Cuando
Zygmunt Bauman habla de la “modernidad líquida” se refiere a los
acelerados cambios socioculturales producidos por las nuevas
tecnologías.
Cambios
enfocados al cambio constante en el que vivimos. Los jóvenes de hoy
no se preocupan como los de la pasada generación en conseguir un
trabajo fijo, quieren mantener todas las puertas abiertas para no
perderse ninguna oportunidad. Quieren vivir experiencias.
No
saben exactamente lo que quieren ser, pero sí saben lo que no
quieren ser. Esperan una vida llena de cambios.
En
su escrito “Los retos de la educación en la modernidad líquida”
Bauman explica que la educación se ve como un producto, no como un
fin, no como un proceso. Como un conocimiento de usar y tirar.
Explica
que también en estos tiempos todos, no solo los jóvenes sufrimos el
“síndrome de la impaciencia” esperar se ha convertido en algo
impensable. Cuando la posición de las personas en la escala social
se mide por el tiempo que debe esperar entre desear una cosa y poder
tenerla todo el mundo busca agilizar esta espera.
Se
configuran redes móviles 4G para ir aún a mayor velocidad, 50 Megas
ya no son suficientes, comida rápida por todas partes, ascensores en
vez de escaleras.
El
uso constante de electrodomésticos o aparatos electrónicos para
tenerlo todo más fácil y más rápido hace que valoremos ese
esfuerzo de hacerlo con nuestras propias manos como algo desmedido.
Así
aumenta de valor la idea de que el conocimiento se tiene que ajustar
al uso instantáneo, como todo. Los conocimientos se conciben para
usarlos una sola vez. El conocimiento se está mercantilizando.
Vivimos en un mundo sobresaturado de información, donde el papel de
la educación ya no es enseñar, es enseñar a elegir la información
válida entre toda esa disponible, y saber qué conocimientos nos
serán útiles para aprender a vivir en este mundo de cambio
constante.
¿La solución será aprender a esperar o es esto lo
que nos hace evolucionar?
Pues,
me pregunto qué sentido tiene ser tan impaciente con cosas sin
importancia cuando perdemos el tiempo en vez de invertirlo. Si en vez
de ver el hecho de subir por las escaleras, prepararse una taza de te
o caminar en vez de coger el coche, como algo que nos quita tiempo lo
viéramos como un descanso de nuestras ajetreadas vidas iríamos más
relajados.
¿Nunca
habéis pensado lo estresados que estáis y a la hora de ponerse a
trabajar perdéis el tiempo actualizando las redes sociales?
La
conclusión a que he llegado es que es imposible que internet no sea
moderno ni líquido pero no por eso debemos convertir nuestras vidas.
Todo en su justa medida.
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